Cuba y Chile, siéntelo”. Así dice la canción que ahora escucho de la rapera chilena Anita Tijoux con Los Aldeanos, y que habla sobre las cosas en comunes que tiene la isla con este rincón del mundo.
Específicamente, escribo desde Santiago, la capital de Chile, donde la semana pasada se presentó un documental rodado en Santa Clara.
Se llama Mejunje, una producción chilena-española que fue premiada por el público como la mejor obra de la competencia latinoamericana del XVIIº Festival Internacional de Documentales de Santiago (Fidocs).
“El Mejunje es un lugar muy especial que conocí cuando estudié cine en Cuba. Además, Santa Clara tiene un encanto distinto al resto de la isla”, contestó la productora chilena Victoria Álvarez cuando el público le preguntó por qué se interesó en retratar la vida de este local.
Pese a que es una producción sencilla, la película trasmite la magia que otorga este espacio, donde caben los diferentes modos de ser de las personas. Independiente de sus gustos, cada grupo humano tiene el derecho a expresarse tal cual es.
Está retratada la historia de Pablito, un joven cuya banda punk se fragmenta por la partida de su hermano a Venezuela; la de una pareja de lesbianas que comparte libremente su amor y también la vida de un viejo cantor de boleros que de noche duerme en el andén del tren.
Son pequeños retazos de la vida cotidiana de santaclareños y santaclareñas en torno a este centro cultural, donde la filosofía de la diversidad, el respeto y la creación generan una atmósfera intima y familiar.
Lo mejor es que los autores del documental muestran un pueblo de Cuba, alejado de los típicos prejuicios en que los extranjeros suelen caer cuando hablan de la isla. Por el contrario, Mejunje muestra lo más vital de una comunidad abierta y alegre que está en continuo proceso de creación y recreación
Creo que efectivamente Santa Clara es especial, porque es auténtico. En febrero recién pasado estuve ahí y pude comprobar que ese encanto que se vive en las calles es espontáneo, nada que ver con esa maqueta caribeña que ofrece el turismo.
Yo venía de Varadero y entonces, cuando llegué a la terminal de Santa Clara, nuestra amiga cubana nos dijo “bienvenidos a la realidad”. Sin ocultar sus penurias, oscuridades y sacrificios, la película muestra lo que yo también pude disfrutar en la ciudad y en el Mejunje: Una mezcla variopinta de sentidos que dan vida a una sustancia.
Recuerdo la noche que estuve bailando en ese alegre patio, donde la fiesta culminó con un poema de Gabriela Mistral hecho canción: Dame la mano y danzaremos, dame la mano y me amarás. ¡Qué refrescante fue constatar que entre Cuba y Chile existen lazos culturales más profundos y duraderos que los de la diplomacia oficial!
Me entusiasma pensar que no es demasiado tarde para que Latinoamérica entera haga su propio Mejunje y las palabras de nuestra poetisa no sean sólo una canción. Como una sola flor seremos, como una flor, y nada más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comenta