relojes en el valle del choapa



ahi estaban los ninos de chillepín, felices de que los vinieran a visitar de santiago. por la manana llegaban con sus bicicletas al colegio y las dejaban todas amontonadas. nada de cadenas, total quien iba a robar
 el pueblito, que ni squiera aparecia en el mapa del valle del choapa, se reducia a una calle principal, un telefono publico y un puesto de completos donde se juntaban en la noche los jovenes. ah/, tambien una medialuna donde, dicen, penaba un huaso.

por los interiores estaban las casas llenas de cosechas de duraznos que las familias ofrecian sin reparos. a los ninos les gustaba que, despues de las actividades de verano en la escuela, una pasara al living, se tomara un jugo y conociera a sus papas.
un dia una pareja de hermanos me pidio ir hasta su hogar porque me tenian una sorpresa. yo lo unico que suplicaba en mi mente es que no me regalaran una gallina. y es que me dan nervios las aves, pero tampoco podia rechazar tanto entusiasmo.
tanta bondad por haberles ensenado a dibujar unos relojes de papel que luego pegamos con scotch en sus munecas. todos ponian  su hora favorita y se sentian tan duenos el tiempo...
ese verano, chillepin era un refugio para olvidar los males. el problema es que el clima seco y la falta de arboles hacian, a veces, que una solo quisiera regresar a la ciudad.
sin embargo, la sonrisa de los ninos  y ninas siempre recompensa.


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